Terminé cansándome de nuestra frivolidad, de nuestras infidelidades y de nuestras inmaduras reacciones. Aún sigo cansado aunque echándote de menos. Te pegé una patada en el culo y me marché al África para trabajar por la erradicación de la malaria. Fue entonces cuando me dí cuenta de lo mucho que te amaba. Pero ya era demasiado tarde. No supe hacer ni conciliar. Ninguno fuímos lideres y ni pudimos, ni supimos traducirnos. Tantos mensajes en espiral. Tantas señales desordenadas. Tantos celos negados. Tantos cuernos convertido en S.O.S. de inseguridad, de darnos poca valía. Tu desprecio personal me arrastró contigo hasta justificar que necesitabas follarte todos mis pensamientos, mis comentarios, mis miradas, todos y cada uno de mis gestos hasta averiguar por tí mismo que podías confiar en mi. Inutil que sólo llegas a conjugar follar. Eres incapaz de aceptar sin condición y sin buscar otra lectura todo el amor y pasión que mi corazón, mi cabeza, mi cuerpo y mi alma escrituró gratuitamente a tu nombre. Supongo que sobreestimé tu capacidad y tu valía. Y por supuesto, nunca jamás me pidas que llegue a entender tu silencio. Mil veces te dije que no era mi momento, pero... y el tuyo ¿cuándo fue?. No pude/supe/quise defender/me/te. Ahora descubro que el amor no es subyugar al otro, el amor es libertad, y crecer juntos sin miedos. El amor es bello, versatil, movíl, imperfecto, respetuoso y sobre todas las cosas libre.
Que la felicidad nunca nos abandone.
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